24.5.07

Saludo

Ahora que está a punto de empezar un nuevo ciclo electoral, es el momento de escribir las primeras líneas de este blog. Este blog que nace, pero que ya ha muerto antes, y que sólo por eso ya merece, amigos míos, un cierto respeto. Este blog ha sabido morirse, tiempo atrás, de una muerte noble, este blog ha sabido morir un día de hambre y soledad, que es una muerte más o menos digna y casi elegante, aunque sin duda alguna resulta del todo desaconsejable para aquellos que pretendan hacer carrera en el mundo de los libros de autoayuda.
En su primera vida este blog hablaba del metro. De lo fascinante, enervante, humillante, mordicante, exacerbante y vesicante que puede llegar en una ciudad de azucar como madrid, donde bastan unas pocas gotas de lluvia para que todo falle. Este blog, o ese blog, terminó con el record absoluto de visitas de un blog en internet. Ni una sola. Una marca que me valió un merecidísimo reconocimiento público por parte de un grupo de entomólogos ancianos que me entregaron una placa dorada en la que se leía "Y sin embargo se mueve" y que se mostraban extrañamente entusiasmados cada vez que lograba llevarme la taza de café a la boca en menos de tres intentos.
Este blog nace, o renace como una venganza o como un recuerdo. Aún no lo he decidido. Es curioso, porque uno puede recordar una venganza y vengar un recuerdo (quizá es lo único que se puede vengar) pero no puede ser al tiempo venganza y recuerdo. La venganza tiende al futuro (tiene un parentesco extraño con la esperanza) y el recuerdo al pasado (tiene algo que ver con las diapositivas) y por eso no pueden coexistir, al menos no sin dejar de ser, como somos, un recuerdo pequeñito que intenta escribir por primera vez.

1 comentario:

Johnny Muñónez dijo...

Estimado Günther, me ha impresionado la foto de Georges Perec con sombrero de segurata. Aunque te tire Blanchot (ya sé que hubieras preferido que fuera a la inversa), espero que este blog no nazca con ánimo de desaparecer. ¡Estamos tan faltos de blogeadores competentes!
Tu Siempre Admirador,
Johnny Muñónez