6.10.08

El retorno del hombre con nombre


Vuelve Vila-Matas a las liberías. Dietario voluble,se titula su último libro y el pobre Vila-Matas que con él se ha metido en un aprieto considerable, porque, claro, el hombre se ha dedicado en los últimos años a la desaparición del autor y al autor que desaparece y a la literatura como un inmenso lago en el que el autor (que es en primer lugar lector y después autor y empatado o empanado en algún lugar entre los dos términos es también amigo, viajante, amante, votante, lugareño, cosmopolita y renegado) el autor, decía, se vuelve pez y se hunde a sí mismo en ese lago, que uno aspira además a que sea un lago de tinta simpática, como la que menciona don Vila-Matas en su libro (aunque él la usa para escribir, claro) para poder así desaparecer discretamente. Pues bien, después de escribir sobre todo esto por activa y por pasiva en sus tres últimos libros que son los que, según dicen por ahí, le han dado el impulso definitivo para situarlo en la fila más destacada, en la pole position de la literatura europea y universal, va el hombre y se saca un libro que es un diario, o poco menos que un diario.
El libro es en cualquier caso, una afirmación de la propia personalidad, creo que esto está claro, quiera o no quiera reconocerlo el señor Vila-Matas. Anticipo que el hombre no debe estar muy por la labor y eso explicaría que la portada del libro sea una foto del propio Vila-Matas de espaldas, con la mano colándose bajo el cinturón, en un gesto que puede ser, o bien de meterse la camisa correctamente para la foto o bien de fingir una pistola invisible con los dedos. El primer supuesto es complicado, en cuanto que si uno se saca una foto por la espalda normalmente tampoco se para demasiado en atusarse. La segunda opción gana enteros además porque la foto de la solapa muestra a Vila-Matas de perfil, con gafas de sol y el cuello de la gabardina alto, muy alto, altísimo, casi a la altura de las orejas o quizá incluso cubriéndole las orejas y a él enteramente en una pose evidente de detective privado o de agente secreto que, como todo el mundo sabe, son dos de los colectivos más dados a eso de llevar una pistola en la parte de atrás del cinturón. Quedan también los narcotraficantes, claro, pero yo creo que la cosa no va tanto por ahí. Si tuviese que quedarme con alguna opción yo diría que lo que Vila ha querido hacer es replicar a un agente secreto, porque es, de todas las mencionadas, la profesión que mejor se adapta a esa preocupación suya por desaparecer. Los agentes secretos, esto Vila-Matas lo debe saber perfectamente, son los mejores y mayores profesionales de la desaparición, sólo superados quizás por las ayudantes de los ilusionistas y como Vila-Matas, no tiene pinta de ayudante de ilusionista la del detective sigue pareciéndome la mejor opción posible, pero, por mucho que el señor Vila-Matas se haya esforzado para fingirse un profesional de la desaparición en la fotografía de portada y en la correspondiente a la solapa interior izquierda, no sé cómo va a evitar que la gente le reproche el haber abandonado la senda de la desaparición para plantarse con un libro que es poco menos que un diario (aunque, no se escandalicen, no hay confesiones espinosas ni alardes de virtuosismo sexual a lo Sanchez Dragó). Un libro en el que además hace comentarios políticos (ahora sí, escandalícense ustedes a gusto)y opina sobre su ciudad de Barcelona. No sé cómo va a conseguir el señor Vila-Matas evitar que le ocurra lo mismo que le ocurrió la única vez que yo lo vi personalmente, en una conferencia en Madrid, cuando un señor -bastante molesto, al parecer, porque Vila-Matas hubiese acudido a dar la conferencia a la que se había comprometido y a la que él había acudido- le reprochó justamente que en sus libros no dejase de hablar de la desaparición y del autor desaparecido y del autor que desaparece y , sin embargo, a la hora de la verdad,él se dedicase a presentar sus libros y acudir a conferencias como si tuviese todo el tiempo del mundo, como si no tuviese que emplearse por entero en entrenar o inventar (desconozco el término exacto) una desaparición ejemplar, a la vez discreta y sonorísima. Vila-Matas miró al caballero, con la suficiente brevedad y tranquilidad como para sospechar que, en realidad, no era la primera vez que le hacían un reproche parecido. Después se acercó al micrófono y respondió "Es que eso de los libros es literatura. No se la crea demasiado, caballero".
Pienso ahora qe, como en el fondo soy hombre de caracter apacible, me tranquiliza saber que Vila-Matas tiene una respuesta preparada para estos casos. Pienso también que incluso es posible que disponga de un pequeño arsenal de emergencia que, al menos, le facilite, llegado el caso, la huída de los fanáticos de la desaparición. Un arsenal destinado no tanto al uso violento como a crear una cortina de humo que permita la huida del hipócrita escritor cuando se vea acosado por una muchedumbre de fanáticos enfurecidos por su total falta de ausencia física. Pienso ahora también que, si el escritor logra escapar de ellos, los fanáticos de la huida seguramente se sentirán decepcionados, pero, ya se sabe, hay gente que nunca está contenta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Celebro tu reaparición (espectacular, por otra parte) y tu decisión de hacerlo sobre el reciente libro aparecido del desaparecido Vila-Matas. ¿Cuándo narices desaparecerá este señor? Está claro que no tiene lo que hay que tener y que se contenta con jugar a los detectives. Vila-Matas es grande, pero qué sublime sería si desapereciera a lo..., no sé, a lo Pynchon, por poner un ejemplo.
Abrazos y espero leerte otra vez.

Posdata: ¡Vete ya, señor Vila-Matas!

Pascualito