30.10.07

Respuesta a Malarrama

Queridos amigos y admiradores varios.
Como la mayoría de ustedes sabrán, en especial aquellos que día a día registran en busca de nuevas referencias mías los espácios de Telépolis (Vizcondesa de Rojas dixit), este mes se me ha concedido el honor de ser el vencedor del irregular, pero siempre apasionante concurso literario del dr Malarrama. No quisiera seguir más adelante sin refutar las insidiosas afirmaciones de los que, sin razón alguna, alimentan ciertas sospechas sobre la limpieza del concurso. Al buen Malarrama le ha faltado tiempo, con su habitual sentido del humor, para alimentar en cierto modo esas sospechas. Una criba audaz para distinguir a los hombres buenos de aquellos envidiosos que buscan alimentar su ego a costa de descubrir pretendidas faltas en la honradez ajena. El humor del buen Dr, por otra parte, aflora constantemente en su retrato, y sólo los más audaces descubrirán entre su red de ingeniosos comentarios la rendida admiración que me profesa.
No es cierto, por ejemplo, que el Dr Malarrama y yo nos conociésemos en un curso de alemán. Y hay que ser ciertamente muy ingenuo para creer tal cosa. Tengo en mis manos abundante documentación que prueba lo contrario, e incluso, por casualidades de la vida, no hace mucho remití a mi buen amigo una carta en la que rememoraba nuestro primer encuentro. Dejo en sus manos hacer uso de dicha epístola para cuando desee acallar esas maledicentes voces, que no por falsas resultan menos audibles. Tampoco es cierta la noticia acerca de mi exposición sobre la virilidad comparada de Spinoza y Flaubert. Mi exposición versaba sobre una comparación de sus tamaños craneales, en los cuales creo haber constatado la existencia de precedentes directos del realismo mágico y de la ropa de etiqueta que más lucirá en la temporada del 2009 -hagan ustedes acopio de cascabeles. Malarrama, sin duda, hacía referencia a cierta deducción matemática mía a partir de la cual, y por medio de complejas ecuaciones, se podía calcular el tamaño del miembro viril de cualquier hombre únicamente por medio de la medida de sus brazos, el contorno de su pulgar, el peso neto de su craneo relleno de paja y el número pi, empleado hasta su quincuagésimo tercer decimal.
Y sin más me despido por hoy.Pronto proseguiré con mis pequeñas memorias, de las cuales estoy preparando mi capítulo sobre los años que pasé en el colegio gallego de Frankfurt.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gostei muito desse post e seu blog é muito interessante, vou passar por aqui sempre =) Depois dá uma passada lá no meu site, que é sobre o CresceNet, espero que goste. O endereço dele é http://www.provedorcrescenet.com . Um abraço.